FUENTE: DIARIO LA NACION
Por efecto de la pandemia y la cuarentena, las dificultades para los trámites llevaron a que mucha menos gente lograra acceder a su jubilación Crédito: Pixabay
SILVIA STANG
Durante 2020, un total de 115.196 personas recibieron el alta de su jubilación en el sistema previsional gestionado por la Anses; la cifra es inferior a la mitad del número promedio de beneficios otorgados en los tres años previos (237.125 casos). En todo ese período hubo una participación similar de las prestaciones logradas a partir del ingreso a un plan de moratoria por aportes impagos. Concretamente, en los últimos cuatro años alrededor de seis de cada 10 nuevas jubilaciones necesitó esa asistencia, porque no se cumplía con la cantidad de aportes que exige el sistema para acceder al beneficio. Así, en función de la dinámica que hubo previamente, se estima que una cantidad de personas similar al número de las que sí pudieron jubilarse no pudo acceder el año pasado al cobro de su prestación.
Las cifras mencionadas surgen del boletín estadístico trimestral de la Secretaría de Seguridad Social. Según esa publicación, el número de nuevos jubilados de 2020 es un 48% más bajo que el de 2019, cuando las jubilaciones dadas de alta fueron 221.451. Y quienes accedieron en 2020 a una pensión del régimen previsional contributivo (por fallecimiento de un jubilado o de un trabajador) fueron 73.356 personas, un número menor en un 26,6% al del año previo.
Con la pandemia y con la cuarentena dispuesta por el Gobierno -que significó el cierre de las oficinas del organismo previsional durante unos meses y una atención limitada cuando comenzaron a abrir sus puertas-, la cantidad de altas de prestaciones fueron muchas menos que en cualquiera de los años previos, al menos a partir de 2010 y según se concluye al analizar los datos oficiales. En 2018, por caso, se habían dado de alta 214.283 jubilaciones y 100.587 pensiones, y en 2017, 275.642 jubilaciones y 115.221 pensiones. En los tres años previos (2014 a 2016) se había jubilado mucha más gente, como consecuencia de que en 2014 se aprobó la ley 26.970, que amplió los alcances de la moratoria. En 2015 se dieron de alta 682.627 prestaciones jubilatorias y solo el 12% no contempló un plan de pagos de aportes adeudados.
De los beneficios jubilatorios dados de alta en 2020, el 58% fue con moratoria mediante. Y del total de prestaciones pagadas (incluidas las pensiones), el 52,7% tuvo ese plan. La estadística refleja también que el número mensual de beneficios de la Anses (jubilaciones y pensiones contributivas) que hubo en promedio en 2020 (6.841.132) fue inferior al de 2019 (6.863.062), mientras que la cantidad de beneficiarios disminuyó de 5.732.013 a 5.703.452 (la diferencia entre ambas variables se explica por la existencia de quienes perciben más de una prestación). Eso indicaría que las bajas superaron a las altas, en forma inversa a lo que habitualmente pasaba.
En la práctica, esa dosificación de las nuevas prestaciones le permitió al Gobierno moderar el gasto previsional, que representa buena parte del presupuesto nacional. Eso fue algo que también se logró con el ajuste a los haberes en el que se tradujo, en los hechos, la suspensión de la fórmula de movilidad jubilatoria de ley y las consecuentes decisiones discrecionales sobre las recomposiciones trimestrales de los haberes. En lugar de otorgarse en el año una suba de 42% para todos los pasivos (ese es el porcentaje que hubiera correspondido en caso de haber estado vigente la fórmula), se dio entre 24,3% y 35,3%, dependiendo del nivel de ingresos. Según estimaciones de fuentes privadas, eso significó que, en conjunto, llegaran casi $100.000 millones menos a los bolsillos de los jubilados y pensionados.
Desde hace varios años, cuando alguien tramita su jubilación, la prestación que cobrará empieza a calcularse desde el momento en que se consigue un turno para concretar la solicitud. Por eso, una vez dado de alta el beneficio, se liquida el monto retroactivo, es decir, lo que corresponde por el tiempo que pasó desde el inicio del trámite. Pero ese importe no recibe una actualización, por lo cual va perdiendo valor real frente a la inflación. El efecto es mayor, lógicamente, cuanto más tiempo pasa. Además, durante la cuarentena hubo períodos en los que no se otorgaron turnos a quienes intentaban obtenerlos; esas personas vieron demorado el momento desde el cual se inicia el cálculo de sus haberes.